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Es una alteración ocular en la que se genera un exceso de grasa en el borde de los parpados. Estos residuos guardan pegados en la base de las pestañas, en forma de grumos, pegotes o escamas.

Hace que la lágrima se vuelva más “ácida” y escasa.

Produce sensaciones de picor, escozor, enrojecimiento ocular, ardor, etc.

Es una alteración crónica, pero hay épocas en el año en las que se puede notar mucho y otra muy poco.

Lo fundamental es la higiene de los parpados y pestañas y una buena lubricación ocular para regular el PH de la lágrima.

Hacer un buen diagnóstico es fundamental para tener el tratamiento óptimo, es por esto que  la recomendación es acudir al oftalmólogo para hacer una evaluación de los ojos y así aplicar el tratamiento más apropiado.